jueves, 3 de marzo de 2011

Destrucción de la selva pluvial

En la actualidad es un hecho reconocido que las selvas pluviales tropicales[1] intactas son mucho más
valiosas como recursos naturales conservados a largo plazo que cuando las convierten en campos de pastoreo
u otros espacios vitales de menor importancia. Estas selvas son el hábitat de la mayor biomasa por superficie
de todas las comunidades vegetales de la Tierra, independientemente de la naturaleza del suelo. Una
silvicultura apropiada para las selvas pluviales puede suministrar enormes cantidades de maderas valiosas y la
vegetación, a su vez, es capaz de seguir manteniendo la delgadísima capa de humus e impedir la erosión y la
denudación, regular el flujo de las aguas y estabilizar el microclima —en contraste con el uso habitual que se ha
dado de ellas hasta la fecha: conversión en campos de pastoreo o tala brutal para la explotación de maderas
preciosas.
La deforestación masiva de estas superficies selváticas ha encontrado un gran foro de discusión en épocas
recientes debido a los cambios climáticos percibidos en el mundo entero. Este problema está relacionado con la
producción de CO2 ocasionada por las quemas para desmontar los terrenos, así como la pérdida de áreas
selváticas dispensadoras de humedad. La Amazonia[2], por ejemplo, contiene las mayores reservas de agua
dulce y es la productora de oxígeno más importante del mundo entero. Ya en la actualidad salta a la vista que
hay menos precipitaciones en las zonas desmontadas por quemas debido a la escasa evaporación resultante
de la falta de árboles y a la formación decreciente de nubes. Todavía no han podido evaluarse los efectos en el
clima mundial, como tampoco las pérdidas de numerosas especies animales, vegetales y fungosas.
Las selvas pluviales —los santuarios más grandes en donde está albergada la mayor (biodiversidad[3]) de
nuestro planeta— obran simultáneamente como gigantescos bancos genéticos necesarios en la actualidad y en
el futuro para desarrollar nuevos medicamentos o ampliar el espacio nutricional de la población terrestre. El
Diosgenin, por ejemplo, un esteroide usado como anticonceptivo, la Reserpina, un medicamento contra
dolencias cardíacas y el Curare
empleado en la cirugía cardíaca y pulmonar provienen de tres plantas de las selvas pluviales. Este
aprovechamiento apunta hacia la existencia de otros recursos imponderables hasta la fecha.
Alrededor de un 40 % de la superficie terrestre está cubierta por las selvas pluviales tropicales; de acuerdo con
las informaciones de FAO, se destruyen anualmente unas 12,9 millones de hectáreas. En Latinoamérica casi no
hay estimaciones fiables. Un estudio de la NASA, apoyado en tomas de satélite, llega a la conclusión de que las
zonas taladas en la Amazonia hasta 1993 ascendía a menos de 280 —lo que significa un 5% de la superficie
total de la selva. De acuerdo con lo antedicho, la velocidad con que avanza la tala arbórea se aproxima a 11.
Este estudio, sin embargo, sólo registra las zonas verdaderamente desforestadas. Por eso otros estimados
parten de una zona afectada por la deforestación de 700.000 km² (14% de la superficie total).

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